martes, 7 de abril de 2009

CARLOS FABRA Y LA LIBERTAD DE EXPRESION


Don Carlos Fabra me ha pedido conciliación previa a presentarme una querella por un artículo que publiqué en noviembre sobre él. Según su escrito, dice que ha sentido «desazón» por mis palabras, y me alegro pues es un sentimiento que no esperaba que Don Carlos conociera. Además, demanda 60.000 euros por los «daños morales causados a su honor». ¡Como si fuera yo quien ha perjudicado el honor de Fabra! Creo, sinceramente, que él ha contribuido suficiente para denostar, no sólo su nombre y el de su familia, sino lo que particularmente más me preocupa, a la clase política.
No son éstas las razones de la denuncia. Más bien pienso que la intención es que me calle, o nos callemos, y no opinemos. No seré la primera querellada. La lista es larga. Toda aquella persona, medio de comunicación, periodista que se «atreve» a decir públicamente algo sobre Don Carlos se verá con una querella. Pero lo que yo manifiesto en mi artículo no es nada nuevo: es lo que todo el mundo piensa, dice, murmura, susurra e incluso publlica en todos los medios de comunicación. ¿Acaso no piensa todo el mundo lo mismo? ¿Acaso no es él quien está imputado por varios delitos?
Don Carlos exige la presunción de inocencia. La tiene. Los jueces son los que dictaminarán sobre sus imputaciones delictivas.
Pero yo le exijo el respeto a la libertad de expresión. Y más, cuando no se vierten insultos ni ofensas. Porque la ofensa mayor es ensuciar, enturbiar, manchar a la clase política. Y perdóneme, don Carlos, pero ese barrizal le pertenece a usted.
Don Carlos prologa libros sobre Franco donde se niega la dictadura y lo ocurrido en España, donde se desvirtúa la historia dura y dictatorial de nuestro país. Pero él se lo puede permitir con dinero público. Y además le llama «libertad de expresión». No, señor, usted hay términos del vocabulario que confunde, como por ejemplo, democracia, honestidad y transparencia. Alguien capaz de defender la manipulación histórica para defender la dictadura de Franco no puede tener convicciones democráticas. ¿También merece esto una querella?
Cada día que pasa, Don Carlos sigue generando polémica y noticias nada agradables para la ética y la política: insultos al portavoz socialista de la diputación; grabaciones diciendo que él «compra votos»; proyectos frustrados como Mundo Ilusión que han servido únicamente para gastar mucho dinero público en humo y mantener «engañada» a la ciudadanía castellonense.
Lo preocupante es que el PP tiene que defenderlo a capa y espada bajo la consigna: Todos somos Fabra. ¿Por qué? El PP, sus militantes y votantes, me merecen mucho respeto. Pero cuando la ley del silencio se impone generando complicidad y cierre de filas en torno a un personaje como Don Carlos algo ocurre. Don Carlos parece generar miedo, que no es lo mismo que respeto. Y por culpa de ese miedo el PP debe cargar con la mancha, el pecado y el pecador a cuestas.
Este artículo puede entenderlo como quiera, pero sólo es una aclaración. Sencillamente es una respuesta para:
-Ratificarme en toda la opinión política que manifesté en el anterior artículo.
-Pensar libremente con razones, argumentos y hechos que, independientemente del proceso judicial, las formas y actuaciones de Don Carlos son condenables ética y políticamente.
El honor de Don Carlos está mancillado por todos los posibles delitos por los que está imputado, por sus actuaciones dictatoriales frente a los grupos de la oposición, por las formas nada democráticas de ejercer el gobierno, por la utilización que ha hecho de los votos democráticos de la ciudadanía.
En mi opinión, hace muchísimo tiempo que Don Carlos perdió el honor si alguna vez lo tuvo. Y muchos somos los que aquí seguimos y aquí estamos intentando que la política no admita ni acepte comportamientos como los de Don Carlos Fabra.
ANA NOGUERA. Diputada del PSPV-PSOE [Articulo publicado en EL LEVANTE, el 7/04/09]

No hay comentarios: