miércoles, 25 de noviembre de 2009
¡MITOS DE LA GRIPE A!
La semana pasada se celebró en la sede de la Organización Médica Colegial en Madrid el “Foro sobre ética de las medidas para la protección de la población contra la gripe A“, unas interesantísimas jornadas que el colectivo de médicos está organizando durante las últimas “pandémicas” semanas para debatir sobre los últimos acontecimientos referidos a tal situación.
Juan Gérvas, médico madrileño de talento y talante (en la foto el primero por la izquierda) me envía algunas conclusiones de su visión. Resumo las que me parecen que son no sólo razonables sino originales pues de Juan he publicado ya en varias ocasiones sus textos. Merece la pena leerlos:
Las personas nacidas antes de 1957 tienen defensas contra la gripe A. El virus de la gripe A circuló ampliamente entre 1918 y 1957, y dejó una protección por más de 50 años en los afectados. Es decir, la inmunidad natural dura más de medio siglo. Por ello los ancianos mueren menos con la gripe A. Vale la pena pasar la gripe A y no probar con una vacuna que si sirviera nadie sabe cuánto duraría su efecto. Al pasar la gripe A los niños, jóvenes y adultos tendrán la oportunidad de “vacunarse” de por vida y naturalmente contra la enfermedad. Por cierto, la epidemia de 1918 que provocó millones de muertos se dio en un mundo sin antibióticos, sin sistemas sanitarios, de pobreza y sin agua corriente, y a pesar de ello mató casi en exclusiva a los pobres. También la gripe A de 2009-10 mata sobre todo a pobres y en países sin sistema sanitario público, como en Méjico y EEUU.
La gripe A es sólo una de las muchas enfermedades “tipo gripal”. El virus de la gripe provoca muy pocas “gripes”. Aunque fuera eficaz la vacuna sólo evitaría los casos de gripe propiamente dicho. Por ejemplo, los médicos “centinelas”, especializados en diagnosticar la gripe para tomar muestras y saber el tipo de virus, sólo aciertan en un 30-50% de los casos (en el 50-70% de los pacientes, el cuadro gripal lo provoca otro virus, como adenovirus, rinovirus, virus sincitial respiratorio y demás). El típico trancazo es casi siempre otra cosa, no gripe propiamente dicha. Por cierto, cuando los médicos “centinelas” aciertan y es gripe, casi en el 100% es el virus H1N1 (el de la gripe A), por lo que no vale la pena hacer prueba ni test diagnóstico alguno.
Las vacunas contra la gripe sirven para poco en la práctica. La efectividad de las vacunas antigripales es bajísima, del orden del 33%. Es decir, no valen para nada en 7 de cada 10 vacunados (que corren los riesgos de la vacunación sin esperar ningún beneficio). Las vacunas antigripales son especialmente inútiles en los niños y más en los menores de dos años, en que no valen para nada. Además, no hay ensayos clínicos que duren años respecto a las vacunas antigripales, así que no sabemos nada sobre sus perjuicios y beneficios a largo plazo. De la vacuna contra la gripe A no sabemos nada sobre su efectividad, pero como mucho será del 33%. El ejemplo de los países del hemisferio sur demuestra que no vale la pena la vacunación. De hecho, la vacunación podría ser causa de que las cosas se complicasen, pero no hay ensayos clínicos previstos para estudiar la efectividad de la vacuna, ni a corto ni a largo plazo.
La gripe A no provoca más complicaciones en las embarazadas que la gripe estacional. El embarazo, sobre todo al final del mismo, se acompaña de más complicaciones por la gripe A, como todos los años sucede con la gripe estacional. Por ello, la embarazada debe tener el mismo comportamiento de tranquilidad y sentido común ante la gripe A que ante la gripe de otros años. La vacuna más específica contra la gripe A en las embarazadas, Panenza, contiene timerosal como conservante en la presentación multidosis y el timerosal se desaconseja en el embarazo. Además, la ficha técnica (la información oficial) de Panenza, dice literalmente:
“4.6. Embarazo y lactancia. Actualmente no hay datos disponibles relativos al uso de Panenza durante el embarazo. Los datos obtenidos en mujeres embarazadas que han sido vacunadas con diferentes vacunas estacionales inactivadas no adjuradas no sugieren malformaciones o toxicidad fetal o neonatal”. Es decir, no sabemos nada, salvo vagas deducciones.
Las compañías farmacéuticas no son responsables de los daños que causen la vacuna contra la gripe A. La situación es de tal incertidumbre que los políticos han decido eximir a las compañías farmacéuticas de toda responsabilidad por los daños que causen las vacunas contra la gripe A, tanto en EEUU como en la Unión Europea. Es insólito que la industria farmacéutica haya logrado este paraguas que le protege de reclamaciones y responsabilidades. Con ello se facilita su “toma de riesgos” (menor precaución, más irresponsabilidad) y se trasladan los posibles daños a los hombros de la sociedad, no de los accionistas como sucede habitualmente (en el negocio de la vacuna contra la gripe A sólo hay ganancias).
La financiación pública de la vacuna contra el gripe A desvía fondos que no se emplean para otros problemas sanitarios. Cuando se utiliza dinero público la cuestión no se ciñe sólo a la efectividad de la vacuna contra la gripe A, sino también a su coste-oportunidad, a lo que se deja de hacer cuando se vacuna. Así, por ejemplo, el problema del suicidio en los adolescentes y jóvenes (mata más que la gripe A), la salud bucodental de los adultos y ancianos (desdentados por falta de cobertura sanitaria pública), la muerte digna en casa (hoy casi un imposible morir en casa atendido por el propio médico de cabecera).
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Fuente: http://www.migueljara.com
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