sábado, 26 de julio de 2008

CRISIS

La crisis económica se agrava, o la desaceleración se profundiza, que diría el gobierno. Los datos negativos se acumulan en avalancha, lo que deja poco lugar para la duda de que nos adentramos en un período de intensa degradación de la economía que, por lo mismo, no podrá ser breve, como se creía. La caída de la producción, la caída del consumo, el aumento del paro, el estallido de lo que finalmente ha sido una burbuja inmobiliaria, el alza de la inflación la subida de los tipos de interés, el déficit exterior incontenible, el superávit del sector publico a las primeras reabsorbido, las restricciones de crédito, la morosidad creciente de la banca, el precio del petróleo en record, las crisis energética y alimentaría sobrevolando el mundo ....., todo contribuye a pintar un cuadro oscuro, con componentes sociales de ruido, furia y desesperación que lo convierten en sombrío, donde no existe ningún punto iluminado para hacerse la ilusión de que el túnel tiene final. En la economía española confluyen tres circunstancias o elementos de crisis, cualquiera de los cuales, aisladamente, podría ocasionar una grave situación pero que combinados dan como resultado un diagnóstico y un pronóstico inquietantes en grado sumo.
La crisis financiera. Está en primer lugar la inestabilidad financiera internacional, desatada desde el verano pasado por lo que se conoce como la crisis de las hipotecas “suprime”, hipotecas de alto riesgo de impago. Se inició en Estados Unidos, pero ha contaminado a todo el sistema financiero mundial y ha provocado ya una reducción de las expectativas de crecimiento, sin que se descarten acontecimientos y perturbaciones mucho más peligrosas. No se tiene un conocimiento y una valoración precisos, por los enigmas que encierra el manto financiero que envuelve la economía mundial y los intereses en juego (nadie reconoce su delicada situación financiera para evitar precipitar la bancarrota). La burbuja inmobiliaria, pero al margen de la crisis internacional, el capitalismo español ha gestado su propia crisis, puesta fundamentalmente de manifiesto por el hundimiento de la actividad en el sector de la construcción y la crisis inmobiliaria. Los muchos excesos que se han cometido en el pasado, en todos los sentidos, tenían que dar inexorablemente paso a una ruptura abrupta del ciclo y revelar la falta de solidez de la situación tan insensatamente proclamada por el gobierno. Las viviendas deshabitadas se cuentan por millones, las invendidas por cientos de miles y siguen acumulándose mientras concluyen las ya iniciadas, en tanto que la demanda ha caído en picado por los precios –una verdadera extorsión-, las restricciones de crédito y el alza de los tipos de interés, Se ha generado un desajuste muy grande entre la oferta y la demanda de un bien no perecedero que tardará tiempo en desaparecer y marcara la coyuntura de los próximos tiempos. La caída del sector de la construcción está arrastrando a otras muchas actividades económicas, lo que ha llevado a concluir, por fin, que el modelo de crecimiento anterior se ha agotado. Se propone con ingenuidad cambiarlo para salir de al crisis, sin tener en cuenta que ello es algo que no puede decidirse burocráticamente y hacerse de la noche a la mañana, sino algo muy complejo que, de intentarse en serio, llevaría mucho tiempo, muchos recursos y más coherencia y planificación de las que el sistema puede proporcionar. La crisis del sector exterior. Junto a estos problemas, que sin perjuicio de su gravedad podrían considerarse coyunturales, la economía española está atrapada en una crisis estructural derivada de su inserción, no digerida, en el mercado y la moneda únicos.

José María Domínguez

IZQUIERDA EN CRISIS

Es un lugar común decir que la izquierda está en crisis. No lo creo así. Pienso que la derecha se encarga de decir que la izquierda está en crisis y una parte de ésta se lo cree. En cambio, sí creo que la izquierda en muchos casos está desorientada. En el tema de la inmigración, parece como si gente de buena fe de izquierdas hubiera adoptado en los últimos años un doble lenguaje. Un discurso para los que estamos a este lado del estrecho y otro, para los que vienen de fuera. Me atrevo a proponer que el punto de vista sobre el que juzgar situaciones que parecen nuevas sea el de las inmigrantes feministas. En la primera cuestión, es interesante ver cómo muchas veces damos por descontadas demasiadas cosas buenas de nuestra sociedad. Es necesario que venga alguien de fuera, de muy lejos, para ser conscientes de lo que tenemos –imperfecto, sí, pero lo tenemos y ha costado la lucha de muchos años y de muchísimas personas alcanzarlos. Somos pocos los que tenemos estos derechos, este nivel de vida en el mundo. Evidentemente, es necesario luchar para mejorar las cosas, pero es conveniente estar alerta, no sea que retrocedamos por culpa de darlas por hechas. El segundo elemento, el choque ideológico de Ayaan con el laborismo, con la izquierda holandesa. Una izquierda, por otro lado, similar a la nuestra y con un denominador común: el buenísmo y el autismo. Ayaan nos relata con mucha finura y detalle el proceso religioso, cultural, político y social que lleva a la marginación, y al sufrimiento brutal de las mujeres. La inicial negativa del Parlamento a querer saber el número de mujeres muertas por crímenes de honor es un buen ejemplo y no el único. Si hiciésemos un debate en España, la respuesta de la izquierda sería exactamente la misma que la de la izquierda holandesa de hace diez años: no querer saber, no preguntar. Uno de los argumentos utilizados para no querer saber los datos es que no se puede construir un cuestionario con elementos étnicos o religiosos. Es decir, sabemos cuántas mujeres han muerto violentamente; pero para ser políticamente correctos, no podemos indagar por qué. Y al no poder hacerlo, el problema desaparece. Podríamos hacernos preguntas similares aquí. ¿Cuántas chicas desaparecen de las escuelas españolas en la pubertad? ¿Cuántas vuelven de vacaciones habiendo sufrido una ablación de clítoris? ¿A cuántas niñas criadas aquí las casan a la fuerza a cambio de dinero, allí? Nunca creí que tendría que escribir un artículo reivindicando el derecho de las mujeres a emparejarse por amor con quien ellas decidan. Me llamaran radical por comunicarlo. La izquierda española ¿seguirá el mismo camino o aprenderemos de los errores de los países que nos llevan años de ventaja? Ante tamaña desorientación, ¿no sería más fácil ponernos del lado de las mujeres valientes que luchan por la libertad? Creo que existe demasiado paternalismo ante situaciones que hemos vivido aquí no hace tantos años. Las mujeres no podían trabajar sin el consentimiento escrito del marido, ni abrir una cuenta corriente, tenían que llegar vírgenes al matrimonio (si no, se armaba una marimorena) y, claro, no había violencia de género, sino crímenes pasionales. ¡Y cómo nos cabreaban los turistas que decían que en la España de Franco la gente era muy feliz bañándose en verano en el mar, comiendo paella y bebiendo sangría!
Este sujeto colectivo pensante, este intelectual orgánico colectivo llamado partido, sea socialista o comunista, decide unos mecanismos de aprehensión de la realidad, metaboliza los datos recibidos y actúa. La bondad del procedimiento ha sido incluso cantada por los poetas: "Tú tienes dos ojos, pero el partido tiene mil", escribe Bertolt Brecht en el inicio de su Oda al partido. En sus etapas de vanguardia de la conciencia crítica, socialismo y comunismo fomentan un aumento cuantitativo del saber de sus militantes y disciplinas internas de debate que acercan, dentro de lo que cabe, a esa elaboración colectiva de consciencia. Creo que es posible incluso delimitar el momento del tiempo histórico en que, ya separados comunistas y socialistas, atrofian sus mecanismos de aprehensión de la realidad a partir de servidumbres no sólo diferenciadas, sino incluso enfrentadas entre sí cruelmente. La lucha entre espartaquistas y socialdemócratas al acabar la primera guerra mundial o las batallas, no siempre meramente dialécticas, entre la II y la III Internacional, inmediatamente antes e inmediatamente después de la segunda guerra mundial, bloquean la capacidad de aprehensión critica de la realidad, en un doble sentido de la palabra bloquear: paralizan mecánicamente y alinean según el punto de referencia de dos bloques internacionales. Socialistas y comunistas aprenden, piensan y actúan en función de tomas de posición en una de las dos trincheras y tienden a convertirse en factores de parálisis histórica, de instalación en el empate histórico. El grado de agudización de la guerra fría, marca el grado de cerrazón o apertura en el bloqueo, y resulta de un primitivismo marxista ruborizante llegar a concebir la sospecha de que el deshielo dogmático de los años sesenta se debió al boom económico neocapitalista, que hizo a los unos menos hostigantes y a los otros menos recelosos Lo cierto es que de ese largo período de guerra de trinchera los partidos comunistas y socialistas salieron seriamente afectados como sujetos conscientes. Los partidos socialistas reducían el intelectual orgánico colectivo a congresos fantasmales donde se imponían los hechos consumados, el saber digerido por el aparato profesional que esgrimía la lógica de lo pragmático. Y los partidos comunistas se dividían internamente en dos entes, sólo unidos por la cultura de las disciplinas y el seguidísimo: el partido programador y el partido máquina, reducido casi siempre el partido programador a la prepotencia de los poderes fácticos internos, encabezados por los secretarios generales y los dirigentes creados a partir de las costillas de los secretarios generales. Los colectivos militantes se convertían paulatinamente en idiotas orgánicos colectivos informados a través de filtros cenitales. Sólo así se explica que los partidos comunistas occidentales tardaran más de veinte años en enterarse de que el asalto al palacio de Invierno era ya imposible y que algunos partidos socialistas del mismo hemisferio aún no sepan que actúan como agentes objetivos al servicio de la supervivencia del sistema capitalista. El marco dialéctico de fondo sigue siendo la relación de dominación entre capital y trabajo, entre centros colonizadores y periferias colonizadas. Es decir, el marco sigue siendo, en lo fundamental, el que supo plasmar el socialismo científico, al que hay que añadir más de 100 años de agudización y metamorfosis de las contradicciones. Pero es cierto que la radicalidad de estas contradicciones se manifiesta sobre todo en la periferia, y el escepticismo desganado del habitante de una provincia céntrica del imperio es consecuencia de su propia pérdida relativa de protagonismo. Pero difícilmente la izquierda puede quejarse de la ofensiva de la nueva derecha y de la grave neutralidad apolítica de la juventud o de las masas cuando no ha sabido ni siquiera espabilar al intelectual orgánico colectivo que tenía más cercano y ha tolerado, por vía activa o pasiva, que se convierta en un idiota orgánico colectivo, idiota perfecto, porque ni siquiera sabe que lo es. Al margen de este querer o no querer, poder o no poder, la historia sigue y los aburridos provincianos o capitalinos del imperio pueden ver a través de la televisión, privada o pública, en blanco y negro o en color, cómo en la periferia la nueva derecha es otra cosa e inscribe 30.000 desaparecidos en el necesario debe de la democracia. Y sin ir tan lejos, los desganados occidentales pueden comprobar cómo los bobbies pierden la compostura cuando los pacifistas se oponen a que la nueva derecha convierta su peso en misiles atómicos y cómo los sofisticados ejecutivos de multinacionales, irónicos y sutiles perdona historias, puestos a elegir entre beneficios y contaminación, eligen contaminación. Al fin y al cabo, la izquierda nació históricamente para ganar la batalla del progreso, y si la izquierda realmente existente no sirve, las necesidades humanas la sustituirán por otra. Incluso pueden cambiarle el nombre. Pero me parece que no se trata de una simple cuestión nominal.

José María Domínguez

¿HACIA DONDE VA EL PSPV?

De nuevo el PSPV abre su período congresual para "adaptarse a la sociedad". Pero dicho adaptarse siempre se soluciona con la palabra mágica: el Centro político. Ahora bien, cuando se busca el centro se suelen perder los orígenes: el socialismo y el programa de izquierdas.
El País Valenciano (perdónenme, pero una sociedad con lengua y territorio es un país)es una sociedad y como tal tiene clases sociales y conflicto. No hay que tener miedo a los conceptos. La derecha prefiere hablar de comunidades para terminar negando el idioma y hablar el castellano. Si hablamos de "centro político" haremos políticas económicas que van contra los trabajadores. O es que ya no creemos que la sociedad del País Valenciano tiene trabajadores.
La derecha y la patronal económica ya está pidiendo que se cumpla la "directiva de la vergüenza", quieren completa libertad para las ETT. Esto sgnifica "liberalizar" todavía más el mercado de trabajo y flexibilizar sin seguridad.

Un congreso donde ya se nos presentan cuatro precandidatos (pues no lo será hasta que tengan los avales de los delegados). Ya dos se han inclinado por la política centrista que se propugna desde la ponencia. Por un lado los "lermistas", por otro los "municipalistas".Sin embargo, ninguno de los dos hablan de democratizar el partido. Estoy de acuerdo con que existan precandidatos; estoy de acuerdo con se voten. Ahora bien, por qué sólo los han de votar los delegados cuando sabemos que cada delegado suele ir ya perteneciendo a una "familia". LA VERDADERA DEMOCRACIA RESIDE EN TODOS LOS MILITANTES.

Por último ninguno de estos dos candidatos ha propuesto un programa político, tan solo los municipalistas hablan de que los municipios tengan más poder, lo cual es correcto, pero la política no sólo se reduce a esto. Además existe políticas sociales que se pueden llevar a los municipios y exigir más financiación para llevar ese tipo de políticas y no otras.

Hay que abrir el debate en las bases y salir del Partido a los barrios, a los dindicatos y los distintos movimientos sociales....Ese es nuestro electorado y sólo haciendo dicha política la PEQUEÑA BURGUESÍA (no hay tener miedo a utilizar conceptos históricos que si tienen significado y no otros conceptos "confusos" que sólo esconde un giro a la derecha) puede votarnos, si no se irá a la derecha como se ha ido tantas veces que la socialdemocracia no hizo la política de izquierdas.

martes, 8 de julio de 2008

NO AL PACTO SOCIAL

y los capitalistas exigen más contundencia contra los trabajadores

El recorte de la oferta pública de empleo en un 70% el próximo año, la privatización de la AENA (organismo que gestiona los aeropuertos), la segregación de Renfe del transporte de mercancías (también para privatizarse), las ayudas a las multinacionales del automóvil con nuevo plan Renove y un plan de mejora de la financiación de las empresas, están entre las medidas de más calado del "paquete" contra la crisis que el gobierno anunció a finales de junio y que ha contado con el respaldo entusiasta y unánime del mundo patronal. Estas decisiones, junto a la actitud policial y despectiva hacia la lucha de los camioneros autónomos, atrapados entre la caída de la actividad económica y la subida de los precios de la gasolina, está poniendo en evidencia el carácter antiobrero de la política económica del gobierno, que antes aparecía más eclipsada por el crecimiento económico y la dura oposición del PP. Zapatero está tratando de evitar el desgaste político diciendo que, a pesar de la crisis, no se van a tocar las prestaciones sociales. Pero más allá de las palabras, la dinámica real es que ante la inflación desbocada que se come los salarios (según datos del propio Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, en un año la leche ha subido un 22,4%, el pan de molde el 13%, la mantequilla y el arroz el 12%, el pollo, los huevos y los yogures el 11%), el crecimiento del desempleo y la subida de las hipotecas que está asfixiando la economía de muchas familias trabajadoras el gobierno toma medidas que, fundamentalmente, favorecen a los capitalistas, como las rebajas de impuestos, las privatizaciones y los ya anunciados recortes presupuestarios. A pesar de todo, la burguesía exige más del gobierno, y con más rapidez.

Campaña contra
los salarios

A la par que los síntomas de recesión económica de la economía española se hacen más evidentes -y los datos que empujan a esta perspectiva se suceden con una tremenda velocidad- se extiende una campaña cada vez más persistente por parte de la burguesía, consistente en culpabilizar a los trabajadores de la crisis, atacando con peculiar énfasis las cláusulas de revisión salarial y otras "rigideces del mercado laboral". Es el mundo al revés, en el que las víctimas son las culpables. En la vanguardia de esta ofensiva está Miguel Ángel Ordóñez, gobernador del Banco de España, cuyas "propuestas" se presentan con la debida aureola de autoridad que le confiere su posición "neutral" como jefe del "órgano regulador". No se anda con remilgos: "El Banco de España cree que es ‘apremiante' contener los salarios a corto plazo (...)". "La persistencia de la inflación en España es mayor que en el resto del área euro debido a la rigidez de precios y salarios". "El Banco de España destaca la necesidad de favorecer la flexibilidad laboral más allá de la que se deriva de la temporalidad (...)" (La Vanguardia, 17-06-2008).
De un modo muy poco subliminal el Sr. Ordónez chantajea a los trabajadores, que sólo podrían optar entre perder poder adquisitivo por la buenas (aceptando sus medidas) o por las malas, acabando en el paro y reincorporándose después al trabajo con un salario inferior: "Una vez que los desequilibrios han adquirido un cierto nivel, este ajuste va a hacerse con unos costes enormes si no se toman medidas, pero debemos tratar que no sea vía empleo, echando a la gente, y luego contratándola a precios más bajos" (Efe, 24-06-08). ¡Como piensa el Sr. gobernador en "la gente"! Respecto a las pensiones, aboga por "cotizar más años para recibir la misma pensión y completar la aportación pública con ahorro privado" (El País, 18-06-08), es decir, trabajar hasta morir y privatizar el sistema de pensiones.
Los representantes de la burguesía saben muy bien las recetas que les conviene en tiempos de crisis y lo argumentan con toda claridad. Un editorial de Cinco Días (18-06-2008), titulado significativamente "Ordóñez marca la hoja de ruta", acababa de la siguiente manera: "Las empresas están, ante la caída de la demanda, cercadas por la tripe espiral de costes: financiero, energético y laboral". Como los dos primeros factores dependen de factores externos difícilmente controlables la conclusión es evidente: "Sólo el control del coste laboral puede compensar el daño del resto para conservar el empleo y la competitividad de la empresa (...)", léase, para conservar sus beneficios. Se puede hablar más alto, pero no más claro.
Sin variar el contenido ni la claridad de las exigencias empresariales, algunos estrategas del capital añaden una dosis increíble de hipocresía y llegan a hablar, literalmente, en nombre "de los intereses generales de la clase obrera". Es el caso de Ángel Laborda, director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), en un artículo titulado "La mejora de la productividad requiere reformas" (El País, 22 de junio). Según este texto, para nuestro propio bien, debemos entender que "el indicador que apunta con más gravedad a problemas estructurales es el de los costes laborales (...)". Así que "mantener el poder adquisitivo de los salarios al margen de la productividad (...) nos está provocando una pérdida importante de competitividad que (...) de no remediarse, se traducirá en una grave reducción del potencial de crecimiento a medio y largo plazo".
En resumidas cuentas, como hemos podido leer en los diáfanos párrafos anteriores, la lucha por mantener el poder adquisitivo de los salarios así como las conquistas laborales y sociales de los trabajadores (denominadas "rigideces", en lenguaje "neutral") son culpables ni más ni menos que de la inflación, de la falta de competitividad, del desempleo y de la prolongación y profundidad de la crisis. Sólo hay una receta salvadora: que nos tiremos al precipicio por voluntad propia. Éste es el mensaje de la burguesía: vais a pagar el pato de la crisis de todas maneras, pero si lo aceptáis pasivamente, sin lucha, todo será más fácil para "la sociedad" y para "la economía".

Desequilibrio social
y político

Y aquí enlazamos con un aspecto central de la situación política actual. Efectivamente, desde el punto de vista de los capitalistas, la única manera de hacer frente a los tremendos desequilibrios acumulados en la economía, derivados del carácter depredador y caótico del capitalismo, es atacando a los trabajadores. Es la lógica implacable del sistema capitalista. Sin embargo, el "reequilibrio" en lo económico que persiguen con sus "propuestas" es una receta acabada para un brutal incremento del desequilibrio en el terreno social y político, es decir, para un escenario de conflictividad social e inestabilidad política sin precedentes.
La burguesía tiene claras las recetas necesarias y está maniobrando para aplicarlas con el mínimo coste político para sus intereses, tanto a corto como a medio plazo. En este proceso, tanto la patronal como el núcleo fundamental del gobierno PSOE, copado por ministros muy bien relacionados con el mundo financiero y empresarial, están tratando de que las medidas de choque se apliquen envueltas en forma de pacto social, implicando una vez más a los dirigentes sindicales. Por supuesto, para la ejecución de este plan, el problema no está en los deseos de la cúpula dirigentes de CCOO y UGT, que anhelan la paz social tanto o más que los empresarios y el gobierno. El problema está, y esto explica todas las cautelas y temores en los que está envuelta la negociación del nuevo pacto social, en la reacción de la clase obrera frente a las medidas que la burguesía tiene en su agenda y frente a los efectos sociales que en sí misma está teniendo una crisis que probablemente sea profunda y prolongada.
Los estrategas más inteligentes de la burguesía prefieren un escenario de consenso a uno de conflictividad, pero no es el único que contemplan y desde luego no es el único para el que se preparan. Es más: el "consenso" no es un fin en sí mismo, sino un medio para aplicar un plan de choque cada vez más urgente. Esto último es lo fundamental y si no es con "consenso" habrá que aplicarlo de otra manera. En este sentido fue muy significativo el editorial de El País (20-06-07) titulado "Ruido e indefinición", en el que se hacía una crítica directa a la tibieza del gobierno en los prolegómenos de la negociación del nuevo pacto social con la patronal y los sindicatos. Refiriéndose a la actitud de Zapatero el artículo resalta el "impacto" que ha causado "su compromiso de que ‘no habrá ninguna iniciativa laboral sin consenso con los interlocutores sociales". Según el editorial, esta declaración de Zapatero "recorta su capacidad de maniobra para imponer el último criterio en caso de una negociación enrevesada". En otras palabras, critica al gobierno por no hacer sus deberes preparando el clima político apropiado para la imposición de medidas expeditivas y sin tanto consenso. Critica también al equipo económico de Zapatero por no tener claras "las decisiones que deben discutirse de forma perentoria" refiriéndose, de forma muy directa, a "una reforma profunda de los mercados, incluido el laboral" y a "ampliar el periodo de contribución que da derecho a pensión".

Usar y tirar

En este artículo se refleja perfectamente la actitud de la burguesía hacia los dirigentes reformistas de los partidos y sindicatos obreros: usar y tirar. Al fin y al cabo es precisamente para ser utilizados en momentos críticos, como en el que estamos, que un sector de la burguesía los ha alimentado y mimado políticamente durante años. Toca devolver los servicios prestados. El endurecimiento de la política antisocial del gobierno, que por otra parte emana de la falta de alternativa del reformismo al sistema capitalista, acabará provocando, tarde o temprano, tensiones en el propio aparato del PSOE y entre la dirección del partido y su base social. A pesar de todos los cuidados de la burguesía más perspicaz para evitar situaciones delicadas, como por ejemplo todos sus intentos de crear una "derecha democrática", son los procesos objetivos los que acabarán siendo determinantes en la situación política, e inevitablemente llevarán a nuevas y más graves complicaciones La sociedad no es un laboratorio donde todos los factores que inciden en el experimento están medidos y controlados. El factor económico está introduciendo un poderoso factor de inestabilidad que se viene a sumar a todas las tensiones políticas acumuladas en el pasado reciente. La principal diferencia de esta crisis con las anteriores es el cambio de época, un proceso de carácter mundial.
El curso que se cierra ha dado bastantes síntomas del clima de malestar que se respira entre la juventud y la clase obrera que quizás desemboque en un otoño muy caliente. Si los dirigentes de CCOO y UGT atendiesen al ambiente y a los intereses generales de la clase trabajadora deberían estar haciendo una fuerte campaña de movilización en defensa del empleo y del poder adquisivo.
Dentro de las variables que las perspectivas presentan, en un contexto tan turbulento, hay algo que está claro: todas las maniobras de la burguesía y de la socialdemocracia no evitarán la respuesta de lucha de la clase obrera ni su capacidad de rápida asimilación de experiencias y de ideas en un periodo marcado por grandes acontecimientos y en el que el capitalismo y el reformismo no tienen nada que ofrecer.

¡Únete a la Corriente Marxista El Militante y lucha con nosotros por la transformación socialista de la sociedad!
EL MILITANTE

martes, 1 de julio de 2008

CONTRA LA ESCLAVITUD

escrito por Iosu Foronda. UGT-Euskadi
martes, 01 de julio de 2008
Una ola de malestar recorre la Europa Trabajadora. La decisión del Consejo de Ministros de Trabajo de romper los límites de la jornada laboral máxima de 48 horas y poder imponer jornadas de hasta 65 horas, es un ataque gravísimo a la clase obrera.

El capitalismo europeo trata de arrebatar a los trabajadores todos los derechos sociales que con luchas, siempre sangrientas, arrancaron la jornada de 8 horas, el derecho a un subsidio de desempleo, las pensiones de vejez y enfermedad, la educación pública, etc.

Se trata de hacer caer sobre los hombros de los trabajadores la crisis del sistema , provocada por la voracidad sin freno de los especuladores y banqueros, a los que no sólo no se les ataca para combatir la crisis sino se les da dinero a manos llenas. Como se ha dicho gráficamente medidas como esta de las 65 horas, nos retrotraen a la clase obrera a los tiempos de la revolución industrial, a los tiempos del hambre, explotación y miseria para los trabajadores y sus familias que magníficamente relata Dickens en sus libros.

Es paradójico pensar que hace poco nos hablaban de la civilización del ocio, de la liberalización del trabajo por la tecnología aplicada y sin embargo nos encontramos con la vuelta al capitalismo salvaje, a jornadas de trabajo agotadoras que nos recuerdan lo escrito por Marx en el Manifiesto Comunista hace 150 años:

"Cuanto más repelente es el trabajo, tanto más disminuye el salario pagado al obrero, más aún, cuando más aumenta la maquinaria y la división del trabajo tanto más aumenta también éste, bien porque se alarga la jornada, bien porque se intensifica el rendimiento exigido, se acelera la marcha de las máquinas, etc."

Bajo el capitalismo, como predijo Marx, el avance de la ciencia y la tecnología no sirven para liberar a los trabajadores sino para hacernos retroceder al siglo diecinueve y dejarnos, como entonces, una perspectiva vital diaria de trabajar y dormir para volver a trabajar.

La Europa de los Mercaderes impone su catálogo de ataques a la clase obrera.

Este incremento de la jornada laboral, no es nuevo ni esta medida es la única del catálogo de ataques a los derechos de los trabajadores que contienen los tratados europeos. Tratan de dinamitar hasta los cimientos este "mal ejemplo" que todavía supone Europa de derechos conseguidos por la fuerza de la clase obrera a través de la lucha y recogidos en leyes y convenios colectivos, con el objetivo de extraer de la clase obrera, sin límite, los beneficios que necesitan en esta época de crisis.

Esta medida, especialmente brutal e inhumana retrata perfectamente el carácter y los objetivos de los gobernantes de la Unión Europea por si algún trabajador tenía dudas. Se han quitado la máscara amable y se muestran como realmente son, la dictadura del capital, que para conseguir sus objetivos de explotación intensiva de la mano de obra no tiene ningún escrúpulo de recurrir a la esclavitud, porque ese es el nombre que hay que dar a jornadas de 65 horas semanales.

La Organización Internacional de Trabajo afirma en sus informes del impacto negativo sobre la salud y seguridad de los trabajadores y también para el equilibrio de su vida laboral y privada que resultarían de una semana de 65 horas. La O.I.T. informa que trabajar más de 48 horas a la semana, límite que este organismo estableció hace 90 años como tope de jornada máximo, eleva el estrés y la fatiga, causa desórdenes en el sueño, malos hábitos de vida y a la larga trastornos músculo-esqueléticos, enfermedades cardiovasculares y mentales, infecciones crónicas, etc. Como la jornada se mide en promedio de 3 meses podríamos llegar a hacer semanas de 78 horas, 30 horas más que el límite recomendado por la OIT para evitar la pérdida de la salud.

¿Qué importa la enfermedad de los trabajadores si suben los beneficios empresariales? Además, si nos dejamos, harán negocio con la recuperación de nuestra salud en una sanidad privatizada.

Este ataque está en su primera fase, ha sido aprobado por el consejo de ministros europeo de trabajo. En esta reunión el representante del gobierno español se abstuvo, lo que nos pone de manifiesto, junto con la aprobación de la medida de retención de 18 meses a los trabajadores inmigrantes sin papeles, del carácter social de este gobierno.

Ahora pasará al Parlamento Europeo, si se aprueba, y lo aprobarán si los trabajadores no nos movilizamos en toda Europa, existirá un nuevo tope horario de 65 horas en la U.E. que tomarán con ambas manos los países más pobres, habrá más competencia en base a bajos salarios y jornadas más altas y eso provocaría deslocalizaciones y presión para elevar la jornada laboral y reducir los salarios.

Aquí en el estado español, que tenemos recogida la jornada máxima de 40 horas en el estatuto de los trabajadores, si las partes, empresa y trabajador, pactan ampliar la jornada laboral hasta los 65 horas, no será ilegal la aplicación de esta normativa.

El Tribunal de Justicia Europeo legaliza la explotación.

Junto a esta medida que ha sacudido la conciencia de los trabajadores europeos están sucediendo otros hechos que no llegan tanto a la opinión pública, entre otras razones por la pasividad sindical, pero que tienen un gravísimo impacto en los derechos básicos de los trabajadores.

Hay una serie de Sentencias del Tribunal de Justicia Europeo de Luxemburgo que los están cuestionando y que acaban anteponiendo el negocio sobre los derechos sociales de los trabajadores europeos, como el derecho de huelga o el principio de a igual trabajo igual salario.

Uno de los ataques más importantes a los derechos de los trabajadores europeos en el último período ha sido la directiva Bolkestein. Con esta directiva se proponía implantar el principio del país de origen que significa que los trabajadores de un país desplazado a otro, se acogerían a la legislación del país de procedencia, no a la legislación del país donde prestan sus servicios.

Las protestas sindicales contra esta directiva la anularon en parte, pero se llegó a un acuerdo confuso en el Parlamento Europeo bendecido por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) que declaró "la libertad de establecimiento y de circulación de servicios" sin dejar clara la superioridad normativa del país de acogida. Esta ambigüedad legislativa ha provocado 3 sentencias del Tribunal de Justicia Europeo que limitan gravemente los derechos sociales y legitiman la discriminación salarial y social de los trabajadores en Europa.

La última Sentencia emitida ha sido la de Ruffert de abril de 2008. El Tribunal de Justicia Europeo dio la razón a la subcontrata polaca que trabajaba para esa empresa alemana en el estado de Baja Sajonia que reclamó no tener que pagar a sus trabajadores el salario mínimo vigente, que obliga a la administración a aplicarlo en sus contratos y pagaba a sus trabajadores salarios inferiores a lo estipulado hasta en un 50%.

En diciembre de 2007 se produjeron dos sentencias más que abundan en la misma dirección. La empresa letona LAVAL, subcontratada por una empresa sueca para construir un colegio en Estocolmo no pagaba los salarios establecidos en el convenio de construcción y eso provocó la lucha sindical de los trabajadores suecos que hicieron huelgas y bloquearon la construcción del colegio para hacer respetar el convenio sectorial a la empresa, ésta reclamó al T.E.J. y le ha dado la razón declarando que los sindicatos no pueden obligar mediante huelgas a un prestador de servicios establecido en otro estado miembro a negociar sobre el salario de los trabajadores desplazados ni a adherirse a un convenio colectivo.

El tercer caso es el de la empresa finlandesa de Ferrys, Viking-line, que pretendía rematricular el barco en Estonia para así aplicar los salarios estonios muy inferiores a los de Finlandia, lo que provocó luchas de los trabajadores finlandeses.

Los Derechos de las empresas por encima de los derechos sociales.

En los 3 casos el fondo de la argumentación del TJE ha sido que no se puede imponer medidas que hagan "menos atractivas" las condiciones aplicadas a una empresa de un estado miembro de la UE que preste sus servicios en otro estado miembro porque iría contra "la libre prestación de servicios" o la "libertad de establecimiento" que son libertades fundamentales en la UE.

En definitiva se trata de ir igualando la UE a la baja con los países más pobres con peores salarios y mayores jornadas utilizándolos como ariete contra el resto de trabajadores regulados por convenios colectivos. Se trata de dar mas protección legal a los intereses económicos que a los derechos sociales que se convierten en derechos de segunda clase en la legislación europea. Derechos sociales que tienen que ceder el paso a la explotación de la mano de obra y al beneficio empresarial puro y duro, al que se da con estas sentencias soporte legal.

Se trata también de dividir a los trabajadores, de limitar legalmente su capacidad de lucha, de neutralizar el potencial de combate que tienen las propias organizaciones sindicales para los trabajadores, a pesar de sus actuales direcciones.

Destruir la Negociación Colectiva. Individualizar las relaciones laborales.

Es un ataque que pretende destruir la negociación colectiva y como se plantea en la directiva de las 65 horas, individualizar las relaciones laborales que es un viejo sueño de la patronal.

Pactar como iguales, trabajador y empresario, cuando son totalmente desiguales porque mientras uno vende su fuerza de trabajo, el otro tiene todo el poder de la organización y el económico y por lo tanto puede imponer las condiciones que quiera. Es la situación mas ventajosa para el empresario. Pero los progresos de los trabajadores los hemos hecho con organización y lucha y sólo avanzamos cuando actuamos en formación, que es uno de los objetivos a destruir por estas medidas.

Los Tribunales de defensa de la competencia contra la negociación colectiva y los sindicatos obreros.

En el estado español están teniendo cierta relevancia en estos ataques contra los convenios colectivos los Tribunales de defensa de la competencia, constituidos en una comisión nacional y los Tribunales de las diversas comunidades autónomas.

Estos Tribunales son organismos administrativos encargados de velar por la aplicación de la Ley de Defensa de la Competencia del 2007, que es una transposición del tratado de Lisboa y que trata de aplicar las mismas normas europeas llamadas de la "competencia".

Aunque ha habido múltiples resoluciones y multas a los sindicatos por infringir las normas de la "competencia" y se anuncian más en todo el estado, nos vamos a centrar en una actuación del Tribunal Vasco de Defensa de la Competencia. Este Tribunal ha emprendido una investigación sobre si las centrales UGT-CCOO-ELA y LAB pactaron para evitar la apertura de los centros comerciales los domingos y festivos. Euskadi es el único territorio donde esto ocurre, después de importantes movilizaciones obreras a cada intento de apertura.

El Tribunal ha requerido a los sindicatos a entregar todo tipo de información referida a los participantes en las negociaciones, actas, acuerdos internos que han tenido los sindicatos en los últimos cuatro años, bajo amenaza de cuantiosas multas si no lo hacen.

Según el presidente del Tribunal "la libertad sindical está sujeta al límite de la competencia", lo concibe como "un derecho limitado topado por las leyes del mercado".

Como dice A. Muñoz de ELA, "el tribunal es ciego ante las acciones protagonizadas por quién si tiene poder para adulterar precios, ciego contra las empresas que en régimen de casi monopolio influyen adulterando los precios, esos son intocables."

El presidente del T.V.C. afirmó ante el Parlamento Vasco que la solución era liberalizar por completo los horarios comerciales permitiendo una apertura cualquier día, lo que favorece a las grandes superficies y perjudica al pequeño comercio y a los trabajadores.

Esta actitud del Tribunal vasco de la competencia ha tenido la virtud de unir a todos los sindicatos vascos en una manifestación unitaria contra este ataque a los derechos sindicales, el 11 de abril de este año.

Huelga General en Europa contra la Directiva de 65 horas.

La lucha obrera unida a nivel europeo es la única salida para acabar con esta pesadilla que atenaza a los trabajadores europeos. Hay que exigir en cada sección sindical, en cada sindicato de rama una movilización europea contra esta política ya, de lo contrario nos impondrán estas medidas y otras como las que hemos comentado. Prevalecerá lo individual sobre lo colectivo y los trabajadores iremos paso a paso retrocediendo y en vez de luchar por una vida digna y plena donde podamos desarrollar nuestras capacidades, nos encontraremos luchando por la pura supervivencia, lo que es una realidad para muchos.

Por eso es esencial la organización, la lucha sindical y política para entender qué está pasando, para exigir la movilización de las organizaciones obreras en todo Europa a la vez, para transformarlas profundamente y adecuarlas a los retos que nos enfrentamos. Porque a la vista de las medidas que apoyan o que no combaten , parecen más la cara amable del capital que las palancas que necesitamos los trabajadores para hacer una sociedad a la medida de la mayoría de la población, los trabajadores y sus familias.