viernes, 1 de junio de 2007

LO CONCRETO Y LO UNIVERSAL















Desde que el movimiento marxista estableció su cuerpo teórico hasta el día de hoy, sus críticos han recurrido a clamar contra el supesto desprecio de los marxistas hacia las reformas. En realidad esta objección, que se utiliza para acusar a los revolucionarios de radicales; utópicos y poco prácticos, es una tergiversación de la posición del marxismo. Los marxistas jamás desprecian la lucha por las mejoras parciales de las condiciones de vida y de trabajo de las masas oprimidas, muy al contrario. Como atestigua la historia, los marxistas constituyen los luchadores más abnegados por estas mejoras. ¿De qué manera la clase obrera iba a ganar la confianza en su capacidad de lucha y en su fuerza sino a través de las mil y una batallas cotidianas de la lucha de clases? No obstante, los marxistas, a diferencia de los reformistas, siempre explican la realidad a los trabajadores con absoluta franqueza. En primer lugar las conquistas son producto de la movilización y no consecuencia de la habilidad negociadora de los mandos sindicales. No se puede arrancar en la mesa de negociación lo que no se conquista en la calle a través de la lucha. Pero hay más. Los marxistas entendemos la lucha por estas mejoras como parte de otra más amplia por la emancipación completa de los trabajadores, o lo que es lo mismo, por la transformación socialista de la sociedad. Los marxistas aprovechamos las victorias y los avances para elevar la confianza de la clase en sus propias fuerzas y reforzar la conciencia socialista del movimiento. A diferencia de los reformistas, los marxistas somos conscientes de la temporalidad de esas concesiones: la clase dominante siempre buscará el momento para eliminarlas a la mínima oportunidad que tenga; y es obvio que oportunidades habrá, pues la correlación de fuerzas no puede mantenerse indefinidamente a favor del proletariado. Los reformistas, como buenos cretinos parlamentarios, se imaginan que a través de las comisiones, subcomisiones, de los controles y de los acuerdos se mejorará progresivamente la situación de los obreros hasta llegar felizmente a convencer a la clase capitalista de que un capitalismo más humano es mejor e incluso más rentable para sus intereses.
Rosa Luxemburgo, Huelga de masas, partido y sindicato

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